miércoles, 25 de marzo de 2020

La independencia,no es el problema de Cataluña,ni del resto de España.El verdadero problema es la falta de una izquierda de clase,de clase trabajadora.


El cambio en las sociedades a través del tiempo siempre han sido,en casi su totalidad, de dos formas: hasta la Revolución francesa la violencia era la más corriente;después de aquélla,aunque también  se fue dando, las llamadas elecciones “democráticas” o democracia liberal ó burguesa, se fue imponiendo. En la actualidad –nos guste o no -   la única forma que hay para cambiar   esa sociedad a que nos hemos referido antes,en los países del primer mundo, es a base  de elecciones. Esa, independientemente de             que estemos de acuerdo o no, es la única forma de alcanzar el poder  político. Ese y no otro debería ser el objetivo de lo que yo llamo la izquierda de clase y del resto de los que se denominan asimismo de izquierdas .Porque se trata de eso.Y no alcanzar el poder político sólo  para medrar.
            Los nacionalistas catalanes,sobre todo los independentistas han sabido hacer muy bien las cosas.Cierto que han contado con dinero público a expuertas,con apoyo de todos o casi todos los medios.Han contado con el apoyo de TV3,sin el cual no se entendería,y creo que lo que ha pasado no se hubiera producido; cuando menos en la dimensión que ha sucedido.De hecho no es nada nuevo.Lo mismo pasó en la extinta Yugoeslavia: después de la muerte de Tito,las distintas repúblicas comunistas,se pasaron al bando  nacionalista y durante ,al menos diez años,mantuvieron toda una suerte de exacerbación de los sentimientos en lugar de la razón,para enzarzarse en una guerra de extinción de sus propios vecinos.Usaron el nacionalismo,o sea los sentimientos,  como un instrumento fundamental para obtener el poder político.Por tanto, no es nueva  esa manera de proceder.
            En Cataluña ha pasado y está pasando algo similar. Aquí llevamos más de treinta años  dónde el virus del nacionalismo catalán ha sido insuflado en la sociedad catalana sin prisa pero sin pausa,a través de los colegios,a través de la defensa de la lengua y sobre todo,para que todo esto llegara a su fin, a través de los medios de comunicación.Sin ellos,no hubiera habido posibilidad alguna de triunfo  del nacionalismo  catalán en la dimesión acaecida. Pero no nos equivoquemos,no sólo ellos tienen “la culpa”, nadie desde el gobierno central  tuvo el valor de pararles los pies. Todos necesitaban los votos de Convergencia.Todos miraban hacia otro lado.
            Y al menos algunos deberíamos preguntarnos qué ha hecho esa izquierda  que se supone de clase y a la que antes me he referido: NO HA HECHO NADA. Es más,mas que una izquierda de clase,se ha presentado muchas veces como el defensor del nacionalismo español,sin darse cuenta que le hace el juego al nacionalismo catalán. Esa “izquierda” se equivoca cuando  reivindica la roja y gualda y no la bandera republicana como verdadero motor de progreso. ESA IZQUIERDA NO HA SIDO CAPÁZ DE DAR  OTRA VISIÓN DE LO QUE PASA EN CATALUÑA.Y tal como van los acontecimientos ,no sabrán hacerlo.El relato,como se ha llamado siempre ha sido de los nacionalistas.Una vez imponen el concepto del derecho a decidir; hoy imponen el concepto de “represión”.
El problema en Cataluña se acabará  sólo cuando los que ahora gobiernan sean desalojados del poder político a través de elecciones “democráticas”. Y eso le correspondería a lo que denominamos la izquierda ¿Pero dónde está la izquierda en Cataluña? Es sencillo: NO EXISTE. Existen grupúsculos que se autodenominan de izquierda y que no son capaces de unirse para defender  los derechos de los trabajadores. Grupúsculos  dónde prima la cuestión personal sobre el bien común.Dónde hay una  falta de capacidad brutal, siquiera intelectual,para saber organizarse y saber analizar la vida diaria.Y para responder al relato de los nacionalistas. Resulta triste,pero es la verdad.Y no sólo no existe en Cataluña,en el resto de España es exactamente lo mismo aunque más mitigado. Mientras no seamos capaces en Cataluña  de olvidar las cuestiones personales y otras historias, y articular realmente una izquierda de clase, el nacionalismo catalán se moverá  a  sus anchas todo el tiempo que le de la gana.

Juan Diego Hernández Valero
Abogado